Hace poco fue 20 de mayo, se cumplió un año de la activación del OSIA: mi primer implante auditivo, a los 20 años. Del segundo aparato para escuchar que tuve en mi vida.

Estaba (voy por acá y ya me puse a llorar).

Como dije hace poco, estaba en un momento triste y de desesperación en cierto punto, tenía 19 años y ya no me alcanzaba un audífono para escuchar ni para entender todas las conversaciones en las que participaba.

Estuve mal y sin esperanza hasta que probé el primer implante óseo con una vincha. En esa prueba tenía que ir repitiendo palabras y mientras repetía, se me caían las lágrimas. Esa prueba me dió alegría, esperanzas y energía. En esa prueba pasé de entender un 0% de palabras con mi oído izquierdo a entender un 92%. Así de grande fue la diferencia en la prueba.

Esa primera prueba fue el 05/11/2020 y después de seis meses y medio de espera y burocracia fue la cirugía de mi implante (19/04/2021).

Mis expectativas eran altísimas. Muy altas, demasiado. Me acuerdo que a mi hermana no le gustaba mucho esa tan alta ilusión, porque podía quizás no funcionar… ser diferente a lo que esperaba, no sé. Siempre algo de miedo hay, el miedo nos protege, sin miedo haríamos cualquier cosa. Eso quería hacer mi hermana, protegerme de una posible “desilusión”.

El día de la activación fui a buscar a Tecnosalud (distribuidor de Cochlear en Argentina) el procesador de sonido (la parte externa) y un montón de cosas que vienen con él. Ahí me probaron el imán, vieron que la potencia sea la correcta para que se sujete y no se caiga. Fuimos por un imán número 4.

De ahí fuimos al consultorio de Karina, fonoaudióloga a hacer la activación/encendido del OSIA. También estuvo Alejandra de Tecnosalud presente. Mis papás y mi hermana también.

Cuando el OSIA se encendió, fue muy mala la calidad del sonido, me shockeó, me desilusionó, no podía creerlo pero tampoco quería transmitir eso a mi familia que estaba ahí, no quería preocuparlos. Finalmente lo hice, tenía que expresarlo aunque quizás lo limité un poco… fuimos mejorando el sonido de a poco con la calibración, haciendo algunos ajustes. Pero había un ruido constante, un ruido presente que era muy molesto. Hasta mi respiración y el silencio eran terribles, había como un ruido de tele vieja cuando tiene “interferencia”.

Mejoramos lo más posible el sonido, estuvimos unas horas y me fui. No me fui contento, fue raro. No estaba feliz, no se como estaba pero se que feliz no. De ahí fuimos a la casa de mi hermano a merendar con mis papas y mi hermana. No veía cambio hasta que mi hermano me preguntó algo desde otro piso y yo naturalmente le respondí… sin más. Me llamó y me preguntó si era consciente que le había respondido estando de espaldas y a un piso de distancia. Wow, ahí empezó la cosa.

Ese día terminó bastante movido, muy abrumador, muchos sonidos, mucho cansancio pero me fui a dormir más contento.

A partir del otro día, el 21/05/2021 cambió todo. Empezaron a sorprenderme sonidos. Apareció el ruido en las hojas secas de los árboles cuando las pisas, apareció el sonido del café goteando en la cafetera, el motor de la heladera, las gotas de lluvia en el techo. Tuve que preguntar “¿qué es eso?” y la respuesta fue “un grillo”.

Ese tipo de cosas fueron pasando, pero también fui tomando más seguridad para participar en conversaciones, pude estar más activo.

A partir de ese día mi vida empezó a cambiar de a poco, me fue volviendo esa sonrisa constante que había perdido. Ya no tenía días de mal humor, de hecho el último año tuve uno solo, una pelea con mi mejor amigo, eso es todo.

Después de un mes de trabajo con Ale y Karina (fonoaudiologas), pudimos deshacernos de ese ruido molesto. Ahí pude tomar un café y disfrutar el silencio, disfrutar los pájaros y el aire, fue excelente. Ahí si ya estaba al 99%.

Empecé a vivir más. Ya no me importaba no mostrar el audífono chiquito que tenía antes, me importaba que escuchaba muchísimo. Ese escuchar me dió libertad, me dió vida, energía. Me sacó estrés, me sacó inseguridad. Algo tan simple como escuchar, pero tan importante.

No solo empecé a vivir más y mejor, más tranquilo. Sino que mi vida social mejoró, mis vinculos, mi sonrisa, pude volver a jugar al básquet después de 5 años que no entraba a una cancha por haber perdido audición y no estar cómodo.

Este camino y compartirlo como lo comparto, me hizo encontrar un Lucas que lo motiva ayudar y llegar a otras personas, querer cambiar realidades como fue cambiada la mía, ayudar a otras personas a que se animen a buscar una vida mejor. A dar un paso que no es fácil, que requiere esfuerzo pero que al final del camino hay mucha mucha luz. Bueno, sonido. Pero no solo sonido, sino que todo lo que dije antes: comunicación, independencia, libertad, felicidad, seguridad personal y muchas cosas más.

Hoy estoy feliz. Hoy agradezco mucho todo. De hecho un par de veces dije: “que bueno que no tengo problemas”, y lo decía con un implante en la cabeza jajaja, pero bueno. Bastante solucionado el problema, así que si, sin problemas serios.

Gracias Cochlear, gracias por esa investigación y desarrollo, gracias médicos, fonoaudiólogas y todos los profesionales. Gracias también a la ley de discapacidad que facilita el acceso a implantes y prestaciones en nuestro país. Gracias a mi familia y a mis amigos, gracias por bancarme y apoyarme.

Y de vuelta me pongo a llorar. No sé si es emoción, satisfacción, felicidad. Todo muy junto. Que bueno es escribir, hablar y expresarse. Sacar las cosas para afuera, compartir.


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